Saludemos la patria orgullosos de hijos suyos podernos llamar y juremos la vida animosos, sin descanso a su bien consagrar. Saludemos la patria orgullosos de hijos suyos podernos llamar y juremos la vida animosos, sin descanso a su bien consagrar. Consagrar, consagrar. Consagrar, consagrar.
De la paz en la dicha suprema, Siempre noble soñó El Salvador; Fue obtenerla su eterno problema, Conservarla es su gloria mayor. Y con fe inquebrantable el camino Del progreso se afana en seguir (¡en seguir!) Por llenar su grandioso destino, Conquistarse un feliz porvenir. Le protege una férrea barrera Contra el choque de ruin deslealtad, Desde el día que en su alta bandera Con su sangre escribió:¡LIBERTAD! Escribió: ¡LIBERTAD! Escribió: ¡LIBERTAD!
Libertad es su dogma, es su guía Que mil veces logró defender; Y otras tantas, de audaz tiranía Rechazar el odioso poder. Dolorosa y sangrienta es su historia, Pero excelsa y brillante a la vez; (¡a la vez!) Manantial de legítima gloria, Gran lección de espartana altivez. No desmaya en su innata bravura, En cada hombre hay un héroe inmortal Que sabrá mantenerse a la altura De su antiguo valor proverbial. Valor proverbial. Valor proverbial.
Todos son abnegados, y fieles Al prestigio del bélico ardor Con que siempre segaron laureles De la patria salvando el honor. Respetar los derechos Y apoyarse en la recta razón Es para ella, sin torpes amaños Su invariable, más firme ambición. Y en seguir esta línea se aferra Dedicando su esfuerzo tenaz, En hacer cruda guerra a la guerra: Su ventura se encuentra en la paz.